No voy a pedir perdón

Toda mi vida mi máxima aspiración ha sido pasar lo más desapercibida posible.

Aprendí a no destacar nunca en nada y a quitar mérito a todas las cosas que hacía bien. Nunca era para tanto, hiciera lo que hiciera.

Cuando alguien me hacía un comentario positivo, no lo tomaba en serio e inmediatamente respondía con alguna frase que mostraba que cualquiera podría haberlo hecho igual que yo, si no mucho mejor.

El día que repartieron las autoestimas yo no estaba y, además, siempre albergaba el miedo de que, si los demás llegaban a verme, estarían inmediatamente dispuestos a herirme. A ridiculizarme, a reírse de mí.

Y así pasaron los años.

Yo he sido objetivamente una persona trabajadora; inteligente; brillante, a veces; físicamente atractiva; cariñosa; compasiva; amable; luchadora; dispuesta a sacrificarme por los demás; apasionada por mi trabajo y por el arte y una escritora aceptablemente buena, teniendo en cuenta las circunstancias de escasez de tiempo en las que he tenido que crear.

Pero también he sido una persona absolutamente incapaz de asumir todas estas virtudes, ni de defenderlas frente a los demás.

Esa incapacidad ha hecho que algunos y algunas que valen la mitad que yo se crean con derecho a menospreciarme, a ridiculizarme y a hacerme sentir que no soy nada.

Pero ya estoy harta. Este es el año del resurgimiento. No voy a pedir perdón por ser buena en algo. No voy a minusvalorarme, ni a permitir que otros lo hagan. Esas personas mediocres, vagas, sinvergüenzas, que se aprovechan de los demás y encima los desprecian, no van a hundirme.

Los que me conocéis, sabéis que nunca intento hacer daño a nadie, que, casi siempre, cuando me enfado y reacciono es porque ya llevo bastante tiempo aguantando.

La época de la niña asustada se acabó.

Yo merezco la pena.

Me he esforzado mucho para ello. He trabajado mucho mi personalidad, me he pensado años y años.

Sé quién soy. 

Y no pienso volver a pedir perdón.

2 comentarios en “No voy a pedir perdón”

  1. ¡¡Ahooo!! Me siento muy identificado con esa situación, emoción. Es muy popular en nuestra sociedad, donde desde pequeñitos nos enseñan el anti-culto a la valoración de uno mismo, al amor propio. Hoy, desde aquí donde me encuentro, puedo decir que cada una de esas situaciones y personas tóxicas, al final han sido grandes empujones y maestros para valorarme por fin, y amarme tal y como soy. Han sido grandes ayudas para sacar esa fuerza y postura segura y firme ante la vida. Plantarme, decir «ya basta» y poner límites. Sin pedir perdón. Estamos juntos. Aprendiendo. Viviendo.

  2. Cuánta razón. Qué poquito nos hemos querido y qué rabia da echar la vista atrás y darse cuenta de cuánta felicidad desperdiciada. Gracias por contarlo ❤️. Te abrazo 🤗 🫶

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *